Cómo hacer que mi relación dure para siempre

Los antídotos de los cuatro enemigos de las relaciones

Todas las relaciones, incluso las que van mejor, tienen conflictos. Es algo inevitable.
Afortunadamente, no es la apariencia del conflicto sino la forma de gestionarlo lo que puede predecir el éxito o el fracaso de una relación. Decimos “gestionar” en vez de “resolver” porque los conflictos relacionales son naturales y tienen un aspecto positivo funcional -constructivo-, que ofrece la oportunidad de crecimiento y comprensión mutua. Además, hay problemas que no se resolverán nunca porque surgen de las diferencias de personalidad entre los compañeros. Si aprendes a gestionar dichos problemas de una forma saludable, entonces tu relación tiene todas las de ganar.

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El primer paso para gestionar un conflicto de manera efectiva es identificar y contraatacar los cuatro enemigos de las relaciones cuando aparecen en las discusiones. Si no lo haces, te arriesgas a que aparezcan problemas muy serios en el futuro de tu relación. No obstante, existe un antídoto para cada uno de ellos, y puedes aprender cuándo y cómo debes usarlos.

El antídoto para la crítica: un comienzo amable

Una queja va dirigida a un comportamiento específico, pero la crítica ataca directamente a la personalidad de la persona a quien va dirigida. El antídoto es la queja sin culpabilización, por medio de un comienzo amable y tranquilo. Evita decir “tú” ya que puede entenderse como una forma de culpabilizar. Por contra, habla de tus sentimientos usando frases de “Yo”, y expresa lo que necesitas de una forma positiva.

Antes de hablar, piensa en estas dos preguntas:

  • ¿Cómo me siento?
  • ¿Qué necesito?
    Ejemplo:
  • Crítica: “Siempre hablas sobre ti mismo. ¿Por qué eres siempre tan egoísta?
  • Antídoto: “Me siento dejado de lado cuando hablamos, necesito desahogarme.
    ¿Podemo hablar sobre mi dia?
    (No hay ni culpa ni crítica, así evitamos que la conversación se convierta en una discusión)

El antídoto para el desprecio: construye una “cultura” de aprecio y respeto.

El desprecio aparece cuando hablamos a nuestra pareja desde una posición de superioridad moral.

Algunos ejemplos: sarcasmo, cinismo, insultos, suspiros, burla, humor hostil y algunas expresiones faciales. El desprecio es destructivo e implacable. Es el mayor indicio de divorcio y debe ser evitado por todos los medios.
El antídoto para el desprecio es la construcción de una cultura basada en el aprecio y el respeto en la relación, y hay diversas formas de conseguirlo. Una de ellas es “a menudo, pequeñas cosas”: si muestras aprecio, gratitud, afecto y respeto por tu pareja regularmente, crearás una ambiente positivo dentro de la relación, que actuará como amortiguador de los sentimientos negativos.

Cuanto más positivo te sientas, más difícil será que sientas o muestres desprecio!
Tomemos otra perspectiva: existe un ratio de 5 a 1 de interacciones positivas a negativas que necesita una relación para tener éxito. Si tienes 5 o más interacciones positivas por cada una que no lo sea, significa que, poco a poco y de manera regular, inviertes en tu “cuenta bancaria emocional” (cos que mantiene tu relación en un estado saludable).

Ejemplo:Desprecio: “¿Te has olvidado de poner el lavaplatos otra vez? Ugh. Eres increiblemente vago” Antídoto: “Entiendo que has estado muy ocupado ultimamente, pero ¿podrías acordarte de poner el lavaplatos los días que yo trabajo hasta tarde? Te lo agradecería.”
(Expresa comprensión, sabe que el olvido no es malicia ni pereza y por eso no habla desde una posición de superioridad moral. Pide algo de forma respetuosa.)

El antídoto a la actitud defensiva: Asume la responsabilidad


La actitud defensiva se refiere a la autoprotección que aparece en forma de indignación o victimismo inocente en un intento de prevenir un ataque. Mucha gente se pone a la defensiva cuando alguien los critica, el problema surge porque ésta no es nunca la manera de resolver un conflicto.

La actitud defensiva es una forma de culpar a tu compañero. Lo que indirectamente dices es que el problema no eres tú, sino la otra persona. Como resultado, el problema no se resuelve y el conflicto se vuelve más serio. El antídoto consiste en asumir la responsabilidad del conflicto o de una parte de él.
Ejemplo:Actitud defensiva: “No es mi culpa que siempre lleguemos tarde. Es tu culpa porque siempre te vistes en el último momento”Antídoto: “No me gusta llegar tarde, pero tienes razón. No tenemos que salir siempre tan temprano. Puedo ser un poco más flexible.”
Asumiendo la responsabilidad de una parte del conflicto (alguien que siempre quiere salir demasiado pronto), se evita que el conflicto crezca. A partir de aquí, la pareja puede trabajar en dirección a un compromiso o acuerdo.

El antídoto para la actitud evasiva: Autorelajación


La actitud evasiva se refiere a cuando alguien huye de una discusión y deja de responder a su compañero. Suele pasar cuando nos sentimos inundados o sobrepasados a nivel emocional, la reacción instintiva es cerrarnos en banda, dejar de hablar y desentendernos. Cuando las parejas usan regularmente evasivas, es común que la presión les provoque un aumento del ritmo cardíaco y la emisión de hormonas del estrés en el flujo sanguíneo.
Es importante tomarse un tiempo de descanso cuando las cosas en una discusión no marchan bien. Haced una pausa de media hora para relajar vuestras mentes mientras las ocupais con otras cosas. Una vez os sintáis calmados, seréis capaces de volver a la discusión de una manera respetuosa y racional. Así pues, el antídoto para la actitud evasiva es practicar la auto relajación psicológica, y el primer paso es para el conflicto y convocar una pausa:“Mira, no paramos de darle vueltas a lo mismo. Estoy cansado de repetirte siempre que…”“Cariño, siento interrumpirte pero siento que esta situación me está superando ahora mismo y necesito tomar un descanso. ¿Puedes darme 20 minutos y luego seguimos?”
Si no haces una pausa, acabarás usando evasivas y “embotellando” tus emociones o terminarás por explotar sobre tu compañero. Ninguna de las dos opciones os hará ningún bien.
Es crucial que durante el descanso evites pensamientos de indignación (“No tengo porque aguantar más esto”) o de victimismo inocente (“¿Por qué siempre acabo recibiendo yo?”).
Invierte el tiempo en hacer algo que te relaje y te distraiga, como escuchar música, leer o hacer ejercicio.

Ahora ya conoces todos los antídotos. ¡Úsalos! Y si quieres mejorar todavía más, y crecer en tu relación, ves a terapia de pareja

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